El Rey Don Juan Carlos está en Sanxenxo, donde hoy ha estrenado el nuevo “Bribon” tras siete años desde que navegó por última vez en un “Bribon”. Además, por primera vez en 86 años, el barco ha navegado junto a su hermano gemelo, el “Acacia”, embarcación con la que el monarca ganó el mes pasado la regata que lleva su nombre
El Bribon ya navega

El nuevo «Bribon», con SM el Rey Don Juan Carlos a bordo, navegando hoy con el «Acacia» en Sanxenxo © María Muiña

SM el Rey Don Juan Carlos se encuentra en Sanxenxo (Pontevedra) donde hoy sábado ha navegado por primera vez en el nuevo “Bribon” del armador José Cusí, un barco clásico de 11 metros adquirido hace aproximadamente un mes en Loviissa (Finlandia).

Mientras el “Bribon” y el “Acacia” ya están en los pantalanes del puerto de Sanxenxo desde el pasado martes, Don Juan Carlos llegaba poco antes del mediodía al Real Club Náutico. Allí le esperaban sus compañeros de tripulación Pedro Campos, Alberto Viejo, Roi Álvarez y Luis Saenz, entre otros.

El nuevo “Bribon”

Anteriormente llamado “Ian”, el nuevo barco del monarca es una embarcación clásica de la clase 6mR, en auge entre los años 20 y 40 y que fue incluso clase olímpica hasta los JJ.OO. de Helsinki 1952. Sólo existen unas 500 unidades en todo el planeta, de las cuales un centenar largo son competitivas o se han mantenido respetando los originales.

Mauricio Sánchez-Bella es el armador del “Acacia”, barco gemelo del nuevo “Bribon” en el que el Rey Don Juan Carlos compitió en Sanxenxo el pasado mes de septiembre después de siete años apartado de la competición. Él fue junto a José Cusí y Pedro Campos una de las personas que viajó con el monarca a Finlandia y explica por qué el “Ian”: “Se buscó un barco lo más parecido posible al ‘Acacia’, y tanto el mío como el nuevo ‘Bribon’ son del mismo diseñador, construidos en el mismo año y astillero”.

“Es una joya. Completamente barnizado, bien mantenido y reconstruido con la máxima fidelidad, con un aparejo de velas y maniobra moderno y competitivo al máximo. La reacción de todos al verlo fue muy positiva. Lo tenían impecable y dentro de este tipo de barcos, que no hay muchos a la venta, era una opción muy atractiva”, comenta.

Al contrario de lo que pueda parecer, Mauricio Sánchez-Bella destaca que estas embarcaciones son máquinas de competición y al mismo tiempo tienen un alto significado histórico: “Hay gente que se cree que este barco es un yate de recreo y no es así. Es más que competitivo. Don Juan Carlos es un aficionado tremendo a las regatas y en estos barcos se combinan perfectamente el competir con conservar algo que es un patrimonio cultural. Poder unir el aspecto competitivo con mantener viva una obra de arte de la vela es una de las cosas que más atrajo a Don Juan Carlos”.

Un reencuentro después de 86 años

Este sábado en Sanxenxo se ha dado además una circunstancia muy especial y prácticamente insólita: dos barcos gemelos en activo –el “Acacia” y el “Bribon”- se han reencontrado después de 86 años separados.

“Encontrar después de más de 80 años dos barcos iguales que han tenido vidas completamente diferentes es un caso único”, señala Sánchez-Bella.

Algo que no ha pasado por alto el mundo de la vela clásica, que destaca el hecho de haber logrado reunir a los dos barcos. “Nos han escrito y llamado de muchos países diciéndonos que quieren ver fotos de los barcos juntos porque es un gran acontecimiento dentro del ‘mundillo’ de los 6mR”, añade el armador del “Acacia”.

Ambos fueron diseñados por Gustaf Estlander, uno de los arquitectos navales escandinavos más exitosos del siglo XX. Una familia de Bilbao muy vinculada a la náutica durante generaciones, los Allende, le encargó el “Acacia” y Estlander “hizo los planos de ambos con la idea de quedarse con el ‘Ian’, pero al año siguiente falleció, por lo que nunca llegó a navegarlo”.

Tras ser construidos en 1929 en Gotemburgo, en el astillero sueco Abrahamsson & Son, sus vidas se separaron: uno vino directo a España y el otro se quedó en el norte de Europa.

Hasta la fecha, el antiguo “Ian” ha tenido, grosso modo, unos cinco propietarios, curiosamente el mismo número que su gemelo “Acacia”.

Su último armador fue el empresario finlandés Michael Cedercreutz, propietario del “Ian” desde hacía 11 años. “En los últimos tres años ya no navegaba. Lo puso a la venta por los motivos que fuesen pero cuando lo vendió lo hizo con lágrimas en los ojos; fue muy emotivo”, relata Mauricio Sánchez-Bella.

El componente emocional es probablemente uno de los factores que más diferencia a los barcos clásicos del resto. Y aquí siguen los paralelismos entre barcos gemelos: “La familia Cuyàs fue la armadora del ‘Acacia’ durante más años. Creía que éste se había hundido pero se enteraron por internet que lo habíamos reconstruido. Nos llamaron por teléfono y vinieron a Vigo a verlo porque era el barco con el que habían navegado de niños con su padre. Estaban muy emocionados”.

Dos vidas separadas, llenas de paralelismos y que hoy se han vuelto a reunir en Sanxenxo.